martes, 5 de enero de 2016

Para empezar el 2016

Durante la última semana del año, las actividades familiares se arremolinan vertiginosamente alrededor de dos fechas significativas: Navidad y Año Nuevo.

En el año nuevo, todos nos sentimos particularmente positivos y generosos en cuanto a la repartición de dádivas y buenos deseos. Las resoluciones, que son un caso aparte, siempre se hacen de dientes para afuera. Todos queremos más dinero y menos kilos, pero en muchas ocasiones nos damos cuenta que el orden de los factores, termina jugándonos una mala pasada.

Por mi parte, acabé en 2015 con la satisfacción de haber hecho realidad aquello que ni siquiera tenía contemplado cuando lo inicié, publicar una novela. Y así me agarró el inicio de 2016, con iPad en mano y dándome a la tarea de traducir la novela al inglés, para publicarla en estos primeros días.

Con más sudor que satisfacción, estoy a una decena de páginas de concluir esta tarea hercúlea. Y ni lo digo por la cantidad de páginas, aunque 226 tampoco son un paseo dominguero, sino por el carnaval de emociones por las que tuve que pasar, tratando de plasmar en otro idioma, las mismas sensaciones y emociones que busqué sembrar en mi idioma.

Baste reconocer lo complicado del asunto, pero la satisfacción de haber acabo aquello que me propuse. Ya el tiempo y la audiencia juzgará si el trabajo es bueno, regular, malo o digno de una hoguera para asar malvaviscos.

Mientras tanto, me espera la segunda parte de la historia. Que Dios me agarre confesado.

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